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Larrea sp.

La jarilla es una planta medicinal con maravillosas cualidades medicinales. Esta hierba puede ser usada en forma interna o externa para tratar diferentes afecciones.


Nombre específico:
Larrea divaricata

Nombre común:
Jarilla, jarilla hembra, chamanilla, jarilla del cerro, yarilla.

Familia botánica:
Zygophyllaceae

Especies relacionadas:
L. cuneifolia: jarilla, jarilla macho, jarilla crespa, jarilla norte-sur, jarilla del campo.
L. nitida: jarilla, jarilla de la montaña, crespa, pispa o pispita, jarilla fina.

Descripción:

L. divaricata muestra hojas divaricadas (7,3- 17,8 x 2,5-4,5 mm) formadas por dos folíolos divergentes oblongos agudos unidos en la base en un tercio de su longitud total, ápice reflejo mucronado, corto y vascularizado.

L. cuneifolia presenta hojas (4,5-13,2 x 2,5-16,0 mm) formadas por dos folíolos oblicuos ovales asimétricos agudos unidos a lo largo de dos tercios de su borde interno que culmina en un ápice reflejo mucronado, filiforme y vascularizado. Dos estípulas (escamosas, sub triangulares, rojizas) se insertan en la base de las hojas.

L. nítida presenta hojas pinnadas (7,2-13,1 x 3,5-5,0 mm), con 11-17 folíolos oblongos, sésiles con ápice redondeado a convexo; el folíolo terminal es a veces más grande con ápice acuminado. Se observa un raquis pubescentes y estípulas acuminadas.

Distribución geográfica:

El género Larrea está vastamente distribuido en América, desde el sudoeste de los Estados Unidos hasta Chile y Argentina. La Larrea divaricata predomina en Argentina dentro de la extensa región fitogeográfica del Monte, que comprende desde la provincia de Salta hasta Chubut. Al sur de Bahía Blanca (Prov. de Buenos Aires) suele encontrarse de manera abundante en la región de Carmen de Patagones. También se encuentra en las provincias fitogeográficas de Chaco y Patagonia. Además, hay poblaciones aisladas de L. nítida y L. divaricata en áreas áridas y semiáridas de Chile, Bolivia y Perú.

Hábitat:

Crece en suelos secos, arenosos, semidesérticos y en campos de pastoreo. La cubierta resinosa de sus hojas (que le brindan un aspecto barnizado) le permite sobrevivir en climas secos o áridos, reduciendo la pérdida de agua y soportando ausencia de lluvias de hasta 2 años. Cubre bolsones, mesetas y laderas bajas de montañas. Las precipitaciones en estos ambientes varían entre 80 y 250 mm anuales. Con lluvias tan escasas, las jarillas han desarrollado largas raíces y mecanismos para evitar la transpiración a través de sus hojas, características que comparten con las demás especies vegetales dentro del paisaje seco, propicio para las arbustivas xerófilas, es decir, adaptadas para sobrevivir en ambientes secos.

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Propiedades medicinales:

Larrea divaricata es una planta con antecedentes científicos entre los que se reportan actividad antitumoral, antimicrobiana, antiinflamatoria y antioxidante. Además es depurativa de la sangre, antiinflamatoria, febrífuga, alivia reumatismos agudos y crónicos. Es antiséptica y bactericida, elimina infecciones. Es una emenagoga y fortalece el sistema inmunológico.

Formas de uso

Uso tópico: puede aplicarse externamente en forma de cataplasma machacando la hierba y aplicando directamente sobre la zona a tratar, o bien en forma de compresas, remojando y aplicando un pañuelo con la infusión o decocción de las partes aéreas, a razón de 10-20 gramos de hoja por litro de agua.

Usos etnomedicinales

Larrea divaricata, L. cuneifolia y L. nítida se usan en la medicina tradicional argentina como antiinflamatorios, antirreumáticos, hipotensivos, rubefacientes, diaforéticos, febrífugos, oxitócicos, emenagogo, odontálgico, antitusivo y para tratar infecciones fúngicas y bacterianas (Alonso y Desmarchelier, 2005; Alonso, 2007; Barboza y col., 2009).

Uno de los principales usos que se da a esta especie es para combatir las afecciones de la piel y como bactericida. En la serie documental La ruta de las especias, podemos ver cómo el hombre aplica un emplasto de jarilla hervida en la pata de uno de sus caballos, y la limpia con la misma sustancia. Su consumo también es común para la prevención de la formación de abscesos.

La farmacopea rural también la recomienda para aliviar los dolores de huesos, gracias a su alto contenido de yodo y potasio. El tratamiento consiste en hervir agua con hojas de esta planta, colocarlo en un recipiente adecuado y sumergir los pies, lo cual alivia los dolores –incluyendo la ciática-.

También es reconocida por sus propiedades astringentes, que resultan beneficiosas para combatir diarreas y hemorroides. Los testimonios de los campesinos y habitantes rurales no dejan lugar a dudas: bien administrada, presenta beneficios para el correcto funcionamiento de los riñones y para enfrentar malestares urinarios. Esto es porque actúa como un diurético natural.

El extracto de Jarilla demostró la inducción del crecimiento del cabello en relación con un efecto modulador sobre la proliferación de fibroblastos, la modulación de la síntesis de citoquinas y su actividad antioxidante. Tiene propiedades para la disminución de la caída, engrosamiento del cabello y para controlar la caspa.

Principios activos:

Entre otros, los componentes principales de la resina son: polifenoles (entre los que destacan lignanos, ácidos fenólicos y flavonoides), taninos, ceras, alcaloides y constituyentes volátiles como terpenos. La resina externa de las hojas está compuesta de aproximadamente en un 50% de un lignano llamado ácido nordihidroguayarético (NDGA), característico del género Larrea.

Contraindicaciones:

Embarazo, lactancia, niños, hepatitis en curso. Contiene ácido nordihidroguayarético (NDGA), un lignano con efectos nefrotóxicos y hepatotóxicos. La presencia de NDGA hace controvertido el uso de L. divaricata, especialmente su uso en grandes dosis o durante tiempos prolongados. La cantidad de NDGA es mayor en extractos alcohólicos que en extractos acuosos (EA).

Status Legal:

La jarilla no se encuentra en el listado negativo de drogas vegetales emitido por autoridades sanitarias de Argentina correspondiente a la disposición no 1788 (Boletín Oficial, 2000).

Referencias

· Agüero E. (2017). Plantas medicinales silvestres del centro de Argentina. Guía para su reconocimiento y uso terapéutico. Ecoval Ediciones, Córdoba.

· Alonso, Jorge (2015). Plantas medicinales autóctonas de la Argentina. Bases científicas para su aplicación en atención primaria de la salud. Corpus Libros Médicos y Científicos, Buenos Aires, Argentina.

· Damonte Silvia H. Pérez (2019). Informe final: estudio de eficacia cosmética. Evaluación instrumental y autoevaluación. Shampoo anticaída Ecohair. ORGANIZACIÓN DE INVESTIGACIÓN POR CONTRATO-CLAIM. Buenos Aires, Argentina.

· Peralta Ignacio Nahuel. Larrea divaricata Cav.: Estudio de la actividad antioxidante frente a estrés oxidativo inducido y estudio de los parámetros farmacocinéticos. Tesis doctoral. Universidad de Buenos Aires.

Notas relacionadas

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Cuidados para el sol con plantas

Las plantas nos aportan nutrientes que benefician la salud general del organismo y nos ayudan a protegernos del sol.

La influencia solar sobre la Tierra

Las influencias provenientes del Cosmos son determinantes para el crecimiento y desarrollo de las plantas a lo largo del año, y marcan el ritmo de una “respiración anual” a toda la naturaleza. La radiación solar es la principal fuente natural de energía en la tierra. La mayor alimentación que recibe una planta no proviene del suelo por la absorción de agua y nutrientes, sino que proviene de la fijación de Luz, Calor y Carbono presentes en la atmósfera, gracias al proceso de Fotosíntesis.

Las plantas crecen y se desarrollan gracias a la luz solar que llega a la superficie terrestre, fijando energía lumínica proveniente del sol en energía química almacenada dentro de su biomasa. Los ecosistemas, incluidos los animales, vivimos gracias a esta transformación de energía que las plantas realizan.

Por un lado, para los humanos, la exposición moderada a la luz solar presenta beneficios para la salud, como estimular la inmunidad, aumentar la temperatura corporal y favorecer la síntesis de vitamina D entre otras virtudes. Por otro lado, constituye un potencial riesgo para la salud si la exposición es excesiva. La radiación solar puede ser peligrosa para los seres vivos se exponen directamente a ella, pudiendo provocar quemaduras, alergias e incluso distintos tipos de cáncer.

La radiación solar se origina de una fusión de átomos de hidrógeno en núcleo del sol, que emite energía desde el núcleo hacia su capa externa, la fotosfera (que puede llegar a tener hasta 5800°C de temperatura). Estas radiaciones viajan por el espacio durante ocho minutos y penetran en la atmósfera terrestre, que absorbe una gran parte de las radiaciones más energéticas.

La luz solar comprende longitudes de onda desde el ultravioleta, pasando por el rango de luz visible, hasta el infrarrojo.

  • La luz infrarroja (700-1000 nanómetros) genera calor en contacto con la piel pudiendo empeorar los efectos de las ondas UV. Este tipo de ondas quedan retenidas en las nubes cuando éstas bloquean los rayos solares.
  • La luz visible es capaz de atravesar el vidrio, penetra la epidermis, dermis, tejido subcutáneo y es absorbida por la hemoglobina, bilirrubina y por los beta carotenos. Comprende longitudes de onda que van desde 400 a 700 nanómetros.
  • La radiación ultravioleta (UVR, Ultraviolet Radiation) se divide en tres regiones en función de la longitud de onda: UVC (100-290 nm), UVB (290-320 nm) y UVA (320- 400 nm).

La mayoría de las ondas UVC son filtradas por la atmósfera antes de llegar a la superficie terrestre y no tienen gran importancia biológica.

Las ondas UVB son filtradas por la capa de ozono, pero no completamente y representan un 2 a 5% de la cantidad total de ondas UV que llegan a la superficie terrestre. Son las radiaciones de mayor energía, no son capaces de atravesar por el vidrio y penetran sólo las capas superiores de la piel. Desencadenan el proceso del verdadero bronceado y son responsables del eritema, quemaduras solares, carcinogénesis. Participan en la síntesis de vitamina D.

Las ondas UVA penetran profundamente en la epidermis, son capaces de atravesar el vidrio y representan un 95 a 98 % de las ondas UV que llegan a la superficie terrestre.

Las ondas UVA afectan básicamente la dermis, alterando la vascularización y produciendo cambios en el colágeno, con el consecuente envejecimiento prematuro. Induce reacciones de foto-sensibilidad, deshidratación generando una piel seca y poco elástica

Mecanismos naturales de protección

Todos los organismos presentan mecanismos naturales de protección contra la radiación solar excesiva. Por ejemplo, plantas como la jarilla, en lugares áridos y muy calurosos, pueden alinear sus hojas en planos en dirección a la luz solar más intensa y reducir al mínimo la exposición. Otros mecanismos pueden ser la producción de compuestos fotoestables como pigmentos, resinas y otros antioxidantes que logren absorber la radiación sin que perjudique al funcionamiento del organismo.

En los seres humanos, la piel tiene mecanismos propios que le proveen fotoprotección, como respuesta adaptativa a la exposición solar aguda o crónica. La exposición gradual siempre resulta beneficiosa para el proceso adaptativo de los mecanismos de fotoprotección.

  • Pigmentación:

Se produce por un incremento de melanina en la piel. En primer instancia un enrojecimiento por acción de las UVA, y si la exposición es prolongada una pigmentación retardada visible a las 72 horas de la exposición producida por las UVB.

  • Engrosamiento del estrato córneo:

Aumenta el grosor de este estrato de la piel, dos meses después de la exposición y vuelve a reducirse a su tamaño original unas semanas luego de suspender la exposición. La presencia de agentes absorbentes de radiaciones UV como el β-caroteno en el estrato córneo aumentaría la protección.

  • Foto protectores endógenos:

Producción de sustancias como el ácido urocánico, el triptófano y la melanina siendo esta última el factor de protección más importante debido a su alta capacidad de absorción de la UVR. A nivel de la dermis, la hemoglobina sanguínea, la bilirrubina tisular y el β-caroteno generan un mecanismo de protección endógena por absorción de la UVR.

  • Enzimas:

Antioxidantes superóxido dismutasa, catalasa, glutatión peroxidasa y compuestos antioxidantes de bajo peso molecular como el glutatión y ubiquinona


Fototipos de piel

Los fototipos de piel o fotofenotipos son una forma clínica de clasificación de los distintos tipos de pieles que se observan en los seres humanos. Representan la pigmentación constitucional genéticamente determinada y la capacidad de respuesta de la piel ante la radiación UV.

Se dividen en seis fototipos que se resumen en el siguiente cuadro:

Filtros solares

Los filtros solares, o protectores solares, son preparados que protegen la piel de la radiación UV. Pueden actuar absorbiendo, reflejando y dispersando la luz solar. Según su origen se dividen en naturales o sintéticos y según su mecanismo de acción se pueden clasificar en físicos o químicos.

  • Físicos: los filtros físicos o “pantallas solares” actúan reflejando y dispersando los rayos solares. La protección que aportan es poco variable y está en función del tamaño de las partículas y del grosor de la película que se aplique. Suelen ser opacos y son más seguros para utilizar en zonas sensibles como labios, nariz, orejas, etc. Algunos de los filtros físicos más utilizados son el Óxido de zinc, el dióxido de titanio, el caolín y el talco.
  • Químicos: los filtros químicos suelen ser compuestos aromáticos conjugados, que absorben la energía UV. Son los más efectivos y más ampliamente utilizados por ser cosméticamente más aceptados. Generalmente tienen un buen efecto sobre los rayos UVB pero son muy limitados para las UVA. Los filtros convencionales que poseen químicos sintéticos no deben ser aplicados a niños menores de 6 meses, y además a los filtros químicos de origen sintético se les ha asociado con afecciones de la piel como manchas, alergias e incluso cáncer. Los filtros químicos de origen natural son más recomendados por incluir protección a los rayos Infrarrojo, UVA y UVB, y además aportar nutrientes que favorecen la regeneración celular ante la exposición.

Para elaborar un protector solar casero, es recomendable el uso de productos naturales, provenientes de plantas y minerales, que actúen como filtros solares (físicos y químicos), que protegen nuestra piel ayudando a regenerar y que a su vez no sean tóxicos para la salud ni para el medio ambiente. Es muy importante seleccionar materias primas de buena calidad y asegurarnos de utilizar compuestos protectores que también sean fotoestables, es decir que no se degradan ante la exposición a la luz, para garantizar una protección más prolongada y sin efectos secundarios como alergias y manchas debido al uso de sustancias fotosensibles.


Plantas que nos ayudan a protegernos del sol

Un buen protector solar debe proteger la piel contra los rayos UVB y UVA, eliminar los radicales libres, y si es posible también contener enzimas u otros ingredientes activos que estimulan los sistemas de reparación del ADN y de regeneración celular. También deben ser productos seguros y estables, que absorban la luz pero que no se degraden fácilmente.

Las plantas nos pueden aportar nutrientes que benefician la salud general del organismo y de la piel, como por ejemplo b-carotenos y flavonoides. Podremos aprovechar sus virtudes ingiriendo alimentos ricos en estos compuestos 15 días antes de comenzar a exponernos periódicamente al sol.

La piel es una barrera permeable que absorbe un 60% de las sustancias que aplicamos sobre ella. Muchas plantas contienen sustancias antioxidantes, tales como las vitaminas C y E, ácidos grasos, que pueden aumentar la defensa natural del cuerpo humano frente a los radicales libres y al estrés oxidativo, responsables del envejecimiento prematuro y la aparición de arrugas. Al utilizar plantas o aceites que aportan estos nutrientes, nos estaremos protegiendo contra los efectos nocivos de la UVR, a través de tres mecanismos:

1) Absorción de los rayos UVB y UVA: compuestos como los flavonoides (pigmentos naturales), que disminuyen las quemaduras solares (eritema).

Algunas plantas que aportan estas propiedades son: lavanda, menta, llantén, té verde y muchos aceites vegetales.

2) Neutralización de los radicales libres: compuestos antioxidantes como: beta-carotenos (y otros pigmentos), vitamina c, vitamina E, ácidos grasos esenciales.

Algunas plantas que aportan estos compuestos son: la caléndula, el achiote, las semillas de zanahoria y aceites vegetales que aportan estas propiedades son el de coco, oliva, almendras, germen de trigo.

3) Humectación y regeneración de las células: compuestos hidratantes y cicatrizantes como los mucílagos, geles, vitaminas, enzimas, minerales.

Algunas plantas que aportan estos compuestos son: aloe vera, llantén, equisetum, etc.

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