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Cuidados para el sol con plantas

Las plantas nos aportan nutrientes que benefician la salud general del organismo y nos ayudan a protegernos del sol.

La influencia solar sobre la Tierra

Las influencias provenientes del Cosmos son determinantes para el crecimiento y desarrollo de las plantas a lo largo del año, y marcan el ritmo de una “respiración anual” a toda la naturaleza. La radiación solar es la principal fuente natural de energía en la tierra. La mayor alimentación que recibe una planta no proviene del suelo por la absorción de agua y nutrientes, sino que proviene de la fijación de Luz, Calor y Carbono presentes en la atmósfera, gracias al proceso de Fotosíntesis.

Las plantas crecen y se desarrollan gracias a la luz solar que llega a la superficie terrestre, fijando energía lumínica proveniente del sol en energía química almacenada dentro de su biomasa. Los ecosistemas, incluidos los animales, vivimos gracias a esta transformación de energía que las plantas realizan.

Por un lado, para los humanos, la exposición moderada a la luz solar presenta beneficios para la salud, como estimular la inmunidad, aumentar la temperatura corporal y favorecer la síntesis de vitamina D entre otras virtudes. Por otro lado, constituye un potencial riesgo para la salud si la exposición es excesiva. La radiación solar puede ser peligrosa para los seres vivos se exponen directamente a ella, pudiendo provocar quemaduras, alergias e incluso distintos tipos de cáncer.

La radiación solar se origina de una fusión de átomos de hidrógeno en núcleo del sol, que emite energía desde el núcleo hacia su capa externa, la fotosfera (que puede llegar a tener hasta 5800°C de temperatura). Estas radiaciones viajan por el espacio durante ocho minutos y penetran en la atmósfera terrestre, que absorbe una gran parte de las radiaciones más energéticas.

La luz solar comprende longitudes de onda desde el ultravioleta, pasando por el rango de luz visible, hasta el infrarrojo.

  • La luz infrarroja (700-1000 nanómetros) genera calor en contacto con la piel pudiendo empeorar los efectos de las ondas UV. Este tipo de ondas quedan retenidas en las nubes cuando éstas bloquean los rayos solares.
  • La luz visible es capaz de atravesar el vidrio, penetra la epidermis, dermis, tejido subcutáneo y es absorbida por la hemoglobina, bilirrubina y por los beta carotenos. Comprende longitudes de onda que van desde 400 a 700 nanómetros.
  • La radiación ultravioleta (UVR, Ultraviolet Radiation) se divide en tres regiones en función de la longitud de onda: UVC (100-290 nm), UVB (290-320 nm) y UVA (320- 400 nm).

La mayoría de las ondas UVC son filtradas por la atmósfera antes de llegar a la superficie terrestre y no tienen gran importancia biológica.

Las ondas UVB son filtradas por la capa de ozono, pero no completamente y representan un 2 a 5% de la cantidad total de ondas UV que llegan a la superficie terrestre. Son las radiaciones de mayor energía, no son capaces de atravesar por el vidrio y penetran sólo las capas superiores de la piel. Desencadenan el proceso del verdadero bronceado y son responsables del eritema, quemaduras solares, carcinogénesis. Participan en la síntesis de vitamina D.

Las ondas UVA penetran profundamente en la epidermis, son capaces de atravesar el vidrio y representan un 95 a 98 % de las ondas UV que llegan a la superficie terrestre.

Las ondas UVA afectan básicamente la dermis, alterando la vascularización y produciendo cambios en el colágeno, con el consecuente envejecimiento prematuro. Induce reacciones de foto-sensibilidad, deshidratación generando una piel seca y poco elástica

Mecanismos naturales de protección

Todos los organismos presentan mecanismos naturales de protección contra la radiación solar excesiva. Por ejemplo, plantas como la jarilla, en lugares áridos y muy calurosos, pueden alinear sus hojas en planos en dirección a la luz solar más intensa y reducir al mínimo la exposición. Otros mecanismos pueden ser la producción de compuestos fotoestables como pigmentos, resinas y otros antioxidantes que logren absorber la radiación sin que perjudique al funcionamiento del organismo.

En los seres humanos, la piel tiene mecanismos propios que le proveen fotoprotección, como respuesta adaptativa a la exposición solar aguda o crónica. La exposición gradual siempre resulta beneficiosa para el proceso adaptativo de los mecanismos de fotoprotección.

  • Pigmentación:

Se produce por un incremento de melanina en la piel. En primer instancia un enrojecimiento por acción de las UVA, y si la exposición es prolongada una pigmentación retardada visible a las 72 horas de la exposición producida por las UVB.

  • Engrosamiento del estrato córneo:

Aumenta el grosor de este estrato de la piel, dos meses después de la exposición y vuelve a reducirse a su tamaño original unas semanas luego de suspender la exposición. La presencia de agentes absorbentes de radiaciones UV como el β-caroteno en el estrato córneo aumentaría la protección.

  • Foto protectores endógenos:

Producción de sustancias como el ácido urocánico, el triptófano y la melanina siendo esta última el factor de protección más importante debido a su alta capacidad de absorción de la UVR. A nivel de la dermis, la hemoglobina sanguínea, la bilirrubina tisular y el β-caroteno generan un mecanismo de protección endógena por absorción de la UVR.

  • Enzimas:

Antioxidantes superóxido dismutasa, catalasa, glutatión peroxidasa y compuestos antioxidantes de bajo peso molecular como el glutatión y ubiquinona


Fototipos de piel

Los fototipos de piel o fotofenotipos son una forma clínica de clasificación de los distintos tipos de pieles que se observan en los seres humanos. Representan la pigmentación constitucional genéticamente determinada y la capacidad de respuesta de la piel ante la radiación UV.

Se dividen en seis fototipos que se resumen en el siguiente cuadro:

Filtros solares

Los filtros solares, o protectores solares, son preparados que protegen la piel de la radiación UV. Pueden actuar absorbiendo, reflejando y dispersando la luz solar. Según su origen se dividen en naturales o sintéticos y según su mecanismo de acción se pueden clasificar en físicos o químicos.

  • Físicos: los filtros físicos o “pantallas solares” actúan reflejando y dispersando los rayos solares. La protección que aportan es poco variable y está en función del tamaño de las partículas y del grosor de la película que se aplique. Suelen ser opacos y son más seguros para utilizar en zonas sensibles como labios, nariz, orejas, etc. Algunos de los filtros físicos más utilizados son el Óxido de zinc, el dióxido de titanio, el caolín y el talco.
  • Químicos: los filtros químicos suelen ser compuestos aromáticos conjugados, que absorben la energía UV. Son los más efectivos y más ampliamente utilizados por ser cosméticamente más aceptados. Generalmente tienen un buen efecto sobre los rayos UVB pero son muy limitados para las UVA. Los filtros convencionales que poseen químicos sintéticos no deben ser aplicados a niños menores de 6 meses, y además a los filtros químicos de origen sintético se les ha asociado con afecciones de la piel como manchas, alergias e incluso cáncer. Los filtros químicos de origen natural son más recomendados por incluir protección a los rayos Infrarrojo, UVA y UVB, y además aportar nutrientes que favorecen la regeneración celular ante la exposición.

Para elaborar un protector solar casero, es recomendable el uso de productos naturales, provenientes de plantas y minerales, que actúen como filtros solares (físicos y químicos), que protegen nuestra piel ayudando a regenerar y que a su vez no sean tóxicos para la salud ni para el medio ambiente. Es muy importante seleccionar materias primas de buena calidad y asegurarnos de utilizar compuestos protectores que también sean fotoestables, es decir que no se degradan ante la exposición a la luz, para garantizar una protección más prolongada y sin efectos secundarios como alergias y manchas debido al uso de sustancias fotosensibles.


Plantas que nos ayudan a protegernos del sol

Un buen protector solar debe proteger la piel contra los rayos UVB y UVA, eliminar los radicales libres, y si es posible también contener enzimas u otros ingredientes activos que estimulan los sistemas de reparación del ADN y de regeneración celular. También deben ser productos seguros y estables, que absorban la luz pero que no se degraden fácilmente.

Las plantas nos pueden aportar nutrientes que benefician la salud general del organismo y de la piel, como por ejemplo b-carotenos y flavonoides. Podremos aprovechar sus virtudes ingiriendo alimentos ricos en estos compuestos 15 días antes de comenzar a exponernos periódicamente al sol.

La piel es una barrera permeable que absorbe un 60% de las sustancias que aplicamos sobre ella. Muchas plantas contienen sustancias antioxidantes, tales como las vitaminas C y E, ácidos grasos, que pueden aumentar la defensa natural del cuerpo humano frente a los radicales libres y al estrés oxidativo, responsables del envejecimiento prematuro y la aparición de arrugas. Al utilizar plantas o aceites que aportan estos nutrientes, nos estaremos protegiendo contra los efectos nocivos de la UVR, a través de tres mecanismos:

1) Absorción de los rayos UVB y UVA: compuestos como los flavonoides (pigmentos naturales), que disminuyen las quemaduras solares (eritema).

Algunas plantas que aportan estas propiedades son: lavanda, menta, llantén, té verde y muchos aceites vegetales.

2) Neutralización de los radicales libres: compuestos antioxidantes como: beta-carotenos (y otros pigmentos), vitamina c, vitamina E, ácidos grasos esenciales.

Algunas plantas que aportan estos compuestos son: la caléndula, el achiote, las semillas de zanahoria y aceites vegetales que aportan estas propiedades son el de coco, oliva, almendras, germen de trigo.

3) Humectación y regeneración de las células: compuestos hidratantes y cicatrizantes como los mucílagos, geles, vitaminas, enzimas, minerales.

Algunas plantas que aportan estos compuestos son: aloe vera, llantén, equisetum, etc.

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